lunes, 31 de octubre de 2011

Sexo y sexualidad en los adolescentes de la I.E Tungasuca

Por: Margot Ramirez Anco, Licenciada en Educación con la especialidad de Ciencias Históricos Sociales, estudios concluidos de Maestría en Docencia Universitaria y diez años de experiencia en la labor docente.
Durante el desarrollo del tema “Métodos anticonceptivos” dentro del área Persona Familia y Relaciones Humanas, un alumno tímidamente se acerco a preguntarme “Es cierto que si se inicia las relaciones sexuales muy joven ya no se crece”, pero lo que más me llamó la atención fue su comentario posterior “Si le pregunto a mi mamá no me responde”. Esto ocurrió en un aula del 4to año, posteriormente, pero esta vez en una clase de tutoría con alumnos del 3er año, pedí que plantearan preguntas de manera anónima sobre temas de su interés y la mayoría de estas interrogantes giraban en torno al amor y sexo. Estas circunstancias me hicieron reflexionar sobre la información que manejan los alumnos acerca de sexo y sexualidad, me causó gran preocupación que alumnos tan jóvenes (13,14, 15, años) no tengan la orientación adecuada sobre los temas mencionados y todo lo que esto involucra, pues el desconocimiento trae consigo decisiones erradas y consecuencias fatales para los adolescentes, como frustración, embarazo adolescente, contagio de ETS, y muchas otras, esa es la razón para la escritura de este texto.
El sexo existe, está asociado a jóvenes y adolescentes. En el Perú, desde el 2006, hay una ley que penaliza con cárcel el sexo en menores de 18 años. Probablemente, la idea es evitar el abuso sexual, el embarazo precoz y las infecciones de transmisión sexual, pero, lamentablemente, la realidad peruana no ha mejorado en estos años: los jóvenes siguen teniendo relaciones y se dan los embarazos en menores de 18 años, peor aún, no han disminuido el abuso sexual ni las infecciones sexuales.
¿Por qué despenalizar esta ley? La respuesta es que causa conflicto con otras normas (por ejemplo, el/la adolescente puede casarse y reconocer a sus hijos, pero no puede tener relaciones sexuales). Además, se sabe que cada vez son menos los adolescentes que acuden a un servicio de salud y es porque los profesionales del área tienen la obligación de denunciar a las pacientes adolescentes pues sus relaciones sexuales se consideran delito.
Entonces tenemos que algo no funciona en esta ley y las cifras lo indican por ejemplo, del total nacional de mujeres de 15 a 19 años, el 13.7% ya estuvo alguna vez embarazada. De estas, el 11.1% son madres y el 2.7% está gestando por primera vez. A esto, añadamos la edad media del primer nacimiento en casi toda la selva es por debajo de los 20 años.
Las leyes no cambian la cultura ni las costumbres y no se ha trabajado en una mejor prevención ni en un sistema de salud que, actualmente, no atiende la demanda. Ya que tener relaciones es ilegal o fuera de ley, no podemos ayudar a prevenir sus negativas consecuencias.
Nadie desea que haya adolescentes embarazadas. En el Perú, el mayor porcentaje de madres o embarazadas adolescentes está entre las mujeres sin educación (47.9%), las que residen en la selva (27.2%), las del quintil de riqueza inferior (26.9%) y del área rural (22.2%). Es decir, las más pobres son las que tienen más posibilidades de un embarazo que perpetuará su pobreza y marginación.
El estudio “Conocimiento y percepción del riesgo de los adolescentes acerca de las ITS, VIH-SIDA”, hecho por Inppares en Arequipa, Lambayeque y Lima a 600 adolescentes y jóvenes entre 15 y 25 años, dio a conocer que el 58% con edades de 15 a 18 años ya se había iniciado sexualmente, al igual que el 21% de 11 a 14 años. El 17% había sostenido relaciones con parejas ocasionales y el 15% con parejas estables y ocasionales, 2 de cada 3 adolescentes habían tenido ya 3 parejas sexuales. Si el inicio sexual se da entre los 15 y 18 años es posible que tengan más parejas futuras.
Vemos que esta realidad del Perú se refleja en nuestras I.E, tomando el caso específico de la Institución Educativa Tungasuca varios alumnos del 3er y 4to año ya se han iniciado sexualmente (hombres y mujeres), lo sorprendente es que para muchos de ellos esto es causa de orgullo y lo comentan libremente, lo preocupante es el resultado en sus compañeros de clase que manifiestan una actitud de curiosidad y hasta cierto punto de admiración por estos alumnos que narran sus hazañas sexuales.
Si a esto le sumamos la realidad social de los estudiantes de la I.E, que en muchos casos viven con solo uno de sus padres y la nueva pareja de este, en otros casos con algún familiar como tíos, abuelos etc y en peor de los casos solos. Pero si viven con sus 2 padres ambos trabajan todo el día y no comparten un tiempo con sus hijos, son pocos los hogares donde alguno de los padres esta por lo menos parte del día con sus hijos y a pesar de ello les cuesta mucho hablar de sexo con los adolescentes. En cualquiera de estas circunstancias los jóvenes reciben información de amigos, medios de comunicación, del internet o cualquier otro medio, esta información en muchos casos esta deformada o sin la orientación adecuada puede ser mal entendida, provocando elecciones y decisiones equivocadas.
Es necesario tomar rápidas medidas para disminuir las consecuencias de esta desinformación, empezando por los padres haciendo continuas escuelas para ellos y empleando alguna estrategia para que asistan, si esto falla somos los maestros los llamados a combatir este problema, informándonos más y siendo empáticos con nuestros estudiantes, brindándoles la confianza adecuada para que puedan hacer esas preguntas que en casa no son contestadas o que con los amigos son mal contestadas. También es necesaria la intervención del Estado con políticas que favorezcan la educación sexual en los colegios, pero no solo en el papel sino en la práctica pedagógica para hacer esfuerzos con intervenciones que reduzcan este problema, entendiendo que los jóvenes y los adolescentes son ciudadanos con derecho. Se requiere de programas cuyo enfoque principal sea ayudar a cambiar conductas, reforzar habilidades para socializar y ser responsables de nuestros actos. Sumemos esfuerzos de prevención y educación, más que de represión para el ejercicio de una sexualidad responsable en nuestros jóvenes y adolescentes.

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