Para nosotros los adultos, la adolescencia fue tal vez la etapa más bella o la que recordamos más en nuestra vida, quizás porque en esa periodo conocimos a nuestros mejores amigos, realizamos las mejores bromas o travesuras, nos dimos el estirón y dejamos de ser “chatos” o cambiaron nuestras formas y empezamos a dejar el cuerpo de niña y pasar al de mujer, practicamos deporte, defendimos los colores de nuestro colegio y entre otras cosas también la añoramos porque vivimos en nuestra adolescencia la primera relación afectiva con el sexo opuesto y quién olvida a su primer amor, nadie hasta ahora, creo.
La adolescencia se define por ser un periodo de transición durante el cual el cuerpo sufre modificaciones de diversa índole.
Los cambios que implica la adolescencia no se limitan al campo sexual. Es también un periodo en que la persona comienza a descubrir una nueva forma de relacionarse con los demás, y a establecer con ellos sólidos lazos de amistad. Paralelamente, el adolescente tiende a separarse del entorno familiar y busca una mayor independencia (opiniones propias, forma de vestirse, etc), La adolescencia no siempre está exento de conflictos, en especial con los padres. Es la clásica “rebeldía de la adolescencia”, detrás de la cual generalmente se esconde una profunda inquietud.
Causas. El inicio de una serie de impresionantes cambios físicos anuncia el ingreso a la adolescencia. Estos cambios ocurren en lo físico, psicológico y también en el interior del cuerpo.
El adolescente típico alcanza su estatura adulta aproximadamente seis años después del inicio del estirón de crecimiento (Tanner, 1978). También ocurren cambios en la forma del cuerpo, en el tamaño de las glándulas sebáceas de la piel (que contribuyen a la aparición del acné) y en las glándulas sudoríparas. También se expanden el corazón, los pulmones y el sistema digestivo.
Los adolescentes tienen una aguda conciencia de los cambios que tienen lugar en su cuerpo. Muchos se tornan ansiosos acerca de que si tienen la forma o tamaño “correctos” y se comparan obsesivamente con los modelos y actores que ven en la televisión y las revistas.
Cambios cognoscitivos. Así como el cuerpo madura durante la adolescencia, también lo hacen los patrones de pensamiento.
En particular, es menos probable que los adolescentes más jóvenes sean objetivos acerca de cuestiones que les atañen y que aún no hayan alcanzado una comprensión profunda de las dificultades implicadas en los juicios morales.
Además, en los que alcanzan el pensamiento de las operaciones formales, este avance tiene sus riesgos, entre ellos la confianza excesiva en las nuevas capacidades mentales y la tendencia a atribuir demasiada importancia a los propios pensamientos. Algunos adolescentes no logran darse cuenta de que no todos piensan como ellos y que otras personas pueden tener opiniones diferentes.
La primera falacia que creen los adolescentes es la audiencia imaginaria, la tendencia de los adolescentes a sentir que son constantemente observados por los demás, que la gente siempre está juzgando su apariencia y su conducta.
La otra falacia del pensamiento adolescente es la fábula personal, el sentido irreal de su propia singularidad. Por ejemplo, un adolescente a menudo cree que los otros no pueden entender el amor que siente hacia el enamorado o enamorada porque ese amor es único y especial.
Desarrollo social y de la personalidad. Los adolescentes están ansiosos por independizarse de sus padres, pero al mismo tiempo temen las responsabilidades de la vida adulta. Tienen muchas tareas importantes frente a ellos y muchas decisiones importantes que tomar
Sin embargo, la adolescencia va acompañada inevitablemente de cierto grado de estrés relacionado con la escuela, la familia y los pares, y este estrés, en ocasiones, es difícil de manejar. Pero los individuos difieren en su capacidad para afrontar incluso las peores condiciones. Algunos jóvenes son particularmente resilientes y capaces de superar grandes obstáculos, en parte por una fuerte creencia en su propia capacidad para mejorar las cosas.
Consecuencias. Embarazo y maternidad en la adolescencia.
Otro problema que deben sortear los adolescentes es sin duda el embarazo y la maternidad o paternidad. Cualquiera que sean las causas de embarazo y la maternidad entre adolescentes, sus consecuencias a menudo son devastadoras, en particular si la madre es soltera, si no tiene apoyo de los padres o si vive en la pobreza. En comparación con una chica que pospone la maternidad, es menos probable que se gradúe en educación superior, que mejore su posición económica, y que se case y tenga un matrimonio estable. También los bebés de las adolescentes son propensos a sufrir. Es más probable que tengan bajo peso al nacer, lo cual se asocia con discapacidades de aprendizaje y problemas posteriores en la escuela, enfermedades infantiles y problemas neurológicos.
Tipos de relaciones. Relaciones con los pares. Para la mayoría de los adolescentes, el grupo de pares conforma una red de apoyo social y emocional que le ayuda en el movimiento hacia una mayor independencia de los adultos y en la búsqueda de una identidad personal.
Pero las relaciones con los pares cambian durante los años de la adolescencia. Los grupos de amigos en la adolescencia temprana tienden a ser pequeños grupos de un solo sexo, llamados pandillas. Especialmente entre las niñas, esas amistades del mismo sexo van consolidándose y se convierten en un espacio para la confidencialidad mutua. Luego, en la adolescencia intermedian las pandillas de un solo sexo que por lo general terminan y dan lugar a grupos mixtos.
Relaciones con los padres. Mientras aún buscan su propia identidad, luchan por su independencia y aprenden a pensar a través de las consecuencias a largo plazo de sus acciones, los adolescentes requieren orientación y estructura de los adultos, en especial de sus padres.
En su lucha por la independencia, los adolescentes cuestionan todo y ponen a prueba cada regla. A diferencia de los niños pequeños que creen que sus padres lo saben todo y que son todopoderosos y buenos, los adolescentes están muy conscientes de los defectos de sus padres. Se requieren muchos años para que los adolescentes vean a sus padres como personas reales con sus propias necesidades, cualidades y limitaciones. De hecho, a muchos jóvenes adultos les sorprende que sus padres se hayan vuelto tan listos en los últimos siete u ocho años!
El punto más bajo de la relación entre padres e hijos por lo general ocurre en la adolescencia temprana, cuando están ocurriendo los cambios físicos de la pubertad. Luego disminuye la calidez de las relaciones entre padres e hijos y surge el conflicto. Las relaciones cálidas y cariñosas con adultos fuera del hogar, como las que entablan en la escuela o academias, son valiosas para los adolescentes durante este periodo. Sin embargo, los conflictos con los padres tienden a ser por cuestiones de poca importancia y por lo regular no son intensos. Sólo una minoría de familias la relación entre padres e hijos se deteriora considerablemente durante la adolescencia.
Relaciones con el sexo opuesto. A partir de una determinada edad, es normal que los seres humanos, como cualquier especie animal, experimente cierta atracción hacia los individuos del otro sexo. Lo que al principio es una curiosidad bastante difusa, se va consolidando en una serie de conductas que constituyen lo que se ha dado en llamar “flirteo”, que es la primera fase de aproximación hacia el otro sexo. Consiste en una serie de interacciones interpersonales, verbales y no verbales, mediante la que el individuo comunica su interés hacia la persona elegida: miradas, perfumes, ropa, roces fugaces, inicios de conversación, exhibición de los atractivos personales, invitaciones a bailar, primeras citas y conversaciones en privado.
RECOMENDACIONES
Las transformaciones física (primeras reglas, primeras eyaculaciones) y síquicas ligadas a la pubertad pueden ser vividas de mala forma, e incluso transformarse en motivos de vergüenza o angustia, cuando el niño no ha sido debidamente informado por los padres o en la escuela.
Así mismo, es deseable que nosotros los padres preparemos al niño para este transe antes de la pubertad, abordando con él o ella el tema de la sexualidad inminente.
Gracias al libre acceso a los métodos anticonceptivos, la mayoría de las jóvenes pueden mantener una relación sexual sin temor de quedar embarazada ni tener que afrontar eventuales tabúes ligados a la pérdida de la virginidad, por ello referirnos al tema sexual debe ser tan natural como hablar con nuestros hijos de la alimentación.
El papel de los padres no deja de ser importante en esta etapa de la vida del adolescente, principalmente en lo que se refiere a los consejos discretos que pueden entregar. Tiene especial importancia que recuerden a sus hijas, al igual que a sus hijos varones, que el uso del preservativo es indispensable para protegerse de las enfermedades de transmisión sexual, entre las cuales la más grave es el sida.
Los cambios sociales que se han producido en las últimas décadas, ha provocado que la sexualidad de nuestros días es motivo de dos tipos de interpretaciones; mientras que para algunos el coito es la manifestación más alta del compromiso emocional, para otros consiste en un modo de satisfacer necesidades físicas sin que deban aparecer necesariamente derivaciones emocionales o amorosas. Por lo que sugiero una postura intermedia a los padres de hijos adolescentes: el acto sexual se concibe como un proceso físico y psicológico a la vez, de tal modo que la verdadera satisfacción sexual se alcanza mediante la mezcla de los estímulos y respuestas físicas y emocionales. Saber que el primer paso para alcanzar el placer es identificar y aprender a estimular las zonas erógenas del cuerpo, es lo que conocemos como masturbación, proceso natural que es característico en la adolescencia y que los padres no debieran ver con malos ojos sino todo lo contrario informarse al respecto y orientar a sus hijos.
Siendo la adolescencia una etapa de transformación en todo ser, nosotros los padres debemos ayudar y guiar a nuestros adolescentes a que estos cambios sean los más naturales posibles y así mismo comprenderlos en sus momentos de rebeldía.
Paul J. Sánchez Sánchez
Lic. Educación Física
Paul J. Sánchez Sánchez.
Licenciado en Educación Física, Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle.
Segunda especialidad en Problemas de Aprendizaje, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Docente en la I. E. N° 8190 Democracia y Libertad – UGEL 04 – Comas.
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